miércoles, 10 de marzo de 2010

Sistema Sueco de Pensiones

Por: Francisco Sorto Rivas
Economista

Recientemente se tuvo la oportunidad de conocer, con algún detalle, el sistema sueco de pensiones de vejez, el cual responde a las dificultades que enfrentaba el esquema anterior, que se basaba en el concepto de solidaridad intergeneracional y beneficios definidos.

El sistema de pensiones anterior funcionaba de manera similar a los observados aún en muchos países europeos, donde las pensiones de los jubilados son financiadas con las aportaciones de los trabajadores activos; vale destacar que la relación entre ambos grupos –pensionados y cotizantes- se conoce como tasa de dependencia.

De todos es conocido el fenómeno actual de envejecimiento de la población europea, como está sucediendo también en otras partes del mundo, como consecuencia de la caída en la tasa de natalidad y de la prolongación de la esperanza de vida de sus ciudadanos. Dicha situación ha adelgazado, por un lado, la base contributiva de los sistemas de pensiones e incrementado, por el otro, la presión financiera sobre las reservas acumuladas en el pasado, cuando los afiliados pensionados eran pocos.

El cambio observado en la tasa de dependencia antes señalada –disminución del número de contribuyentes por jubilados- llevó a las principales agrupaciones políticas suecas a reconocer la impostergable necesidad de reformar el sistema, en un momento en que disponían todavía de suficientes recursos para continuar funcionando relativamente bien durante algún tiempo; sin embargo, las proyecciones indicaban que debían implementarse cambios sustantivos para evitar una crisis futura.

Lo que se desea destacar aquí de la experiencia sueca, es la convicción que había, al más alto nivel político, que el sistema de reparto era insostenible y que cualquier partido que estuviera al frente del Gobierno, sería incapaz de mantener los montos de pensiones que se estaban otorgando y que su responsabilidad para proveerles de condiciones de vida aceptables a los ciudadanos -cuando se retiraran- tendría que ser compartidas por estos últimos.

Increíblemente, en una sociedad donde el Estado es considerado como el gran hermano encargado de brindar a sus ciudadanos, de atención pública desde la cuna hasta la tumba, éstos comprendieron rápidamente que parte de la responsabilidad del colectivo imaginario de proveerle de una pensión de vejez razonable, recaía también sobre ellos mismos y que el Estado les facilitaría alternativas prácticas para adquirir programas complementarios de retiro, a fin de incrementar así el monto de la pensión básica estatal.

El sistema multipilar sueco contempla entonces, la coexistencia de esquemas complementarios que les permiten a los trabajadores financiar su retiro mediante diversas fuentes; todos ellos de carácter contributivo por supuesto, multiplicándose de esta manera las opciones de inversión disponibles en el mercado, tales como planes de retiro privado o fondos colectivos de protección ocupacional.

Los suecos destinan parte de sus ingresos a programas individuales de jubilación o participan de esquemas colectivos de protección ocupacional, difiriendo así el consumo parcial de su salario, para utilizarlo cuando esté jubilado. La sociedad sueca ha ampliado el espectro de motivaciones para ahorrar, ya que periódicamente el Ministerio de Seguridad Social de dicho país, le informa a los trabajadores sobre el saldo que tienen acumulado en el sistema, para que se hagan una idea del monto de la pensión básica que podrían recibir exclusivamente del Estado.

La transparencia se ha convertido en una valiosa herramienta para que los ciudadanos planifiquen su retiro y asuman mayor responsabilidad sobre sus pensiones futuras. Anualmente la Caja de Seguridad Social que administra el sistema “nocional” de pensiones, envía detalladamente a todos sus cotizantes, el saldo acumulado a su favor, para que cada uno pueda decidir informadamente, qué hacer -ahorrar más o no- para incrementar sus ingresos cuando se jubilen.

Dicho detalle se les envía en un sobre anaranjado a los trabajadores para que hagan las valoraciones correspondientes y analicen qué hacer para mejorar sus pensiones; este mecanismo de formación previsional ha dado los resultados previstos, ya que los ciudadanos están pendientes, a principios de cada año, del envío del “sobre naranja” para conocer cuánto tienen para su pensión básica.

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